Hermanas Mirabal II

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Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes
Las Hermanas Mirabal



Segunda parte

Una fiesta inolvidable

Minerva Mirabal en La Vega, 1944

En agosto de 1949, durante la fiesta celebrada en la inauguración del Hotel Montaña de Jarabacoa, Manuel de Moya Alonzo, una especie de cortesano de Trujillo, conoció a Minerva que asistió a la celebración en compañía de su padre y hermanas. Manuel de Moya le dijo que Trujillo se había fijado en ella, iniciando así el rumbo trágico por el que sería arrastrada toda la familia.

Para el 12 de octubre, Trujillo organizó un baile en la Hacienda Borinquen en Hatillo, próximo a San Cristóbal, para conmemorar el descubrimiento de América, y entre los invitados personales estaban los miembros de la familia Mirabal.

La invitación la llevaron personalmente el Gobernador, Antonio de la Maza, y el Senador, Juan B. Rojas, de la Provincia Espaillat. La presencia de estos altos funcionarios provinciales era un claro indicio del interés de Trujillo por encontrarse de nuevo con Minerva.

Cuando esta invitación fue recibida por la familia Mirabal, su madre se opuso a que Minerva asistiera a la fiesta, pero luego de examinar las implicaciones políticas que tendría tal negativa, decidieron asistir a la misma. Chea, como era su costumbre, no iría a fiesta alguna y Enrique junto a Minerva, acompañados de Patria, Dedé y sus esposos, Pedro y Jaimito, no tenían más alternativa que presentarse a la misma.

Mucho de lo que se dice sobre lo ocurrido en dicho baile es leyenda. Lo cierto es que Trujillo bailó varias veces con Minerva, conversando largamente en medio del salón con la pretendida. Según su biógrafo William Galván, la inteligente y bella muchacha no sólo desairó a Trujillo, sino que solicitó al dictador que “dejara tranquilo a ese joven tan inteligente y preparado que era Pericles Franco”, solicitud que molestó profundamente al dictador.

Y lo que fue peor: después de enterarse la familia de la conversación entre Trujillo y Minerva, todos llenos de temores, sin avisar previamente, se retiraron de la fiesta, desatando la cólera del sátrapa que vio en esa actitud una irreverencia hacia su persona.

Al día siguiente de la fiesta, el Senador Juan Rojas se presentó a casa de Enrique a indicarle la necesidad de que enviase un telegrama a Trujillo disculpándose por haber abandonado la fiesta con su familia por “motivos de salud”. Aún así, Enrique fue detenido ese mismo día y trasladado a la Fortaleza Ozama en Santo Domingo (en ese entonces, Ciudad Trujillo).

Al día siguiente, Minerva y su madre Chea fueron también detenidas y trasladadas al Hotel República, ubicado en la calle 30 de Marzo, en Santo Domingo, donde permanecieron bajo arresto domiciliario. Igualmente, sus amigas Enma Rodríguez, Violeta Martínez (de Moca), Violeta Martínez (de San Francisco) y Brunilda Soñé fueron arrestadas.

Todas las prisioneras fueron investigadas sobre las supuestas relaciones de Minerva con miembros del Partido Socialista Popular y, particularmente, con el dirigente comunista Pericles Franco.

Pero a partir de este momento, fue montado sobre la familia Mirabal, y sobre todo, sobre Minerva y sus relacionados, un riguroso espionaje, y Trujillo en persona era informado permanentemente sobre todas sus actividades. En 1951, aproximadamente dos años después del primer arresto, fueron arrestados nuevamente Enrique, Minerva y Chea. Esta vez el encierro duró unas tres semanas.

Y el padre, particularmente fue sometido a graves humillaciones y a otras varias prisiones que terminaron enfermándole espiritual y físicamente. Murió el 14 de diciembre de 1953.


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