Las Regiones y su Carnaval
En todo el país se celebra el carnaval, sea del tipo “de carnestolendas” o del tipo “cimarrón“, presentándose variaciones regionales. Algunos de estos carnavales son los de:
- Azua
- Cabral
- Cotuí
- La Vega ( y Bonao, Constanza, Mao, Moca, Navarrete, Puerto Plata, Río San Juan, Salcedo, San Francisco de Macorís)
- Montecristi
- San Pedro de Macorís
- Santiago de los Caballeros
Montecristi
Los Toros tienen el rostro cubierto con una máscara. La careta más usada es la cara de vaca aunque no es raro encontrar otras formas. Los cuernos son sencillos aunque cada vez es más frecuente la presencia de orejas flexibles en lugar de cuernos. Originalmente, usaban un mameluco azul, amarillo y negro, con un rabo. Luego desapareció el rabo y el traje de colores se cambió por estampados.
Montecristi tiene una hermosa tradición de carnaval popular, muy singular y extraordinariamente simbólico, expresado privilegiadamente en Los Toros como personaje central, que se dramatiza con sus enfrentamientos con Los Civiles. Estos consisten en un verdadero duelo con fuetes (látigos), con los que se procura derribar al oponente o atemorizarlo.
Cuando los “Toros” se encuentran con los “Civiles”, se entabla una lucha de latigazos a ver cuál de los bandos sale vencerdor. En la actualidad, estos duelos se celebran los domingos de febrero, aunque anteriormente era más típico de la Semana Santa, de manera similar a los “Cachúas” de Cabral.
Los Civiles no se disfrazan.
San Pedro de Macorís
El rasgo más característico del carnaval macorisano es la presencia de los Guloyas (o Buloyas, Buloyer), aporte cocolo. Con este nombre se denominan varios grupos que practican diversos bailes: algunos tejen cintas, otros grupos bailan en zancos y otros hacen representaciones de indios (Wild Indians).
Estos personajes usan un llamativo traje, de impactantes colores, adornados con espejitos, cintas y piedras de colores. Llevan capas de colores amarillo y rojo. Algunos llevan arcos, flechas y/o hachas.
En la cabeza, se colocan un impresionante penacho, adornado con piedras coloreadas, que terminas en plumas multicolores de pavos reales (“pajuiles”).
Sus presentaciones van acompañadas de música, con ritmos e instrumentos propios como redoblantes, tambor (“drum”), flauta y triángulo.
La mayoría de estas representaciones se realizaban para la época navideña pero, con el tiempo, se han trasladado para las celebraciones carnavalescas, por su colorido.
(Ver Notas sobre la cultura dominicana)
Santiago de los Caballeros
En los inicios, el carnaval se dividía en función de la estratificación social de las clases sociales existentes en Santiago, con manifestaciones en clubes privados por parte de los sectores pudientes y en las calles de los barrios populares, particularmente en La Joya, Los Pepines y, posteriormente, Pueblo Nuevo.
Los Diablos Cojuelos son llamados, en Santiago, Lechones debido a que las caretas semejan a un cerdo, con un hocico estilizado que más bien semeja un pico de pato.
También se les llama Macarao (como en Salcedo y Bonao) aunque éste es un término más genérico para referirse a ellos; es la pronunciación vulgar de Enmascarado.
El traje de los “Lechones” es el típico de los Diablos Cojuelos: un mameluco de colores vivos, a veces entero, a veces de dos, tres y hasta cuatro colores, adornado con cascabeles, cintas, gallardetes y espejitos circulares. Pegado al traje va un capuchón que cubre la parte posterior de la cabeza. Algunos llevan rabo que puede colgar libremente por detrás o puede enrollarse en el cuerpo. Estos rabos, generalmente de color entero, contrastan con el resto del traje. Igualmente puede llevar una capa que cuelga por la espalda hasta la mitad de la pantorrilla.
Anteriormente, el carnaval de Santiago se celebraba antes del Miércoles de Ceniza pero en la actualidad ya se celebra los domingos de febrero, independientemente de la Cuaresma.
Para el Carnaval, la ciudad observa una división en dos mitadas: La Joya, un barrio en la parte baja de la ciudad, más cercano al río; y Los Pepines, un barrio en la parte alta. Los trajes que llevan los miembros de estos dos sectores son idénticos excepto las caretas. Los de Los Pepines le dejaron dos cachos (cuernos) lisos y los de La Joya los llenaron de pequeños cachitos.
En años anteriores se escenificaba una batalla simulada con fuetes entre las dos facciones opuestas, el martes previo al Miércoles de Ceniza. Esta batalla se hacía siempre frente a la puerta del cementerio, y participaban miembros de los dos grupos de lechones.
Mientras recorrían la ciudad, algunos lechones llevaban fuetes con los que amenazaban a los transeuntes y a otros lechones. Lo más común, sin embargo, es que lleven vejigas de vaca infladas con los que se golpean unos a otros y a curiosos. A los niños les encanta este aspecto del ritual y siguen a los lechones a una distancia conveniente, “insultándolos” con unas rimas tradicionales.
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